Durante casi todo lo que llevo de vida, parecía una posibilidad muy lejana que alguien pudiera permanecer a mi lado, y mi historial no me hacía un gran favor al respecto. Desde que tengo uso de razón que las relaciones humanas me suponen un desafío de proporciones, problema del cual dejé de buscarle un motivo cuando entendí que aquellos problemas eran parte de mí, y tendría que vivir con ellos.
Aquella tónica a lo largo de muchos de los casi veinticinco años que llevo en este mundo ha sellado muchas de mis desavenencias, gente que iba y volvía sin entender un porqué, personas que entonces lo eran todo y hoy ya no están, seres que siempre recuerdo, recuerdos a los que intento no acudir, pero que en los momentos malos siempre se las arreglan para volver.
Superar etapas siempre ha significado una dificultad adicional, dado que en una sociedad como en la que figuramos no se concibe sin el concepto mismo de la sociedad, el tener que interactuar con otras personas, lo que a gran parte del mundo resulta trivial, mas no para mí.
Y llevar la vida así es tormentoso en algunos momentos. Bien lo saben los pocos amigos que tengo. Pero hoy no quiero hablar más de mí. Necesito sentar cabeza sobre algo que me tiene dando vueltas en la cabeza, producto para variar, de un error que cometí.
Había ya pasado algo de tiempo desde que un período muy intenso de mi vida había encontrado su fin después de las primeras vacaciones que tomé por cuenta propia. Vivir un duelo del tipo que sea nunca es fácil, pero por algún motivo que resultaba difícil de ver en ese momento, mientras escribía de esto y lo otro, a la vez estaba escribiendo mi destino.
En momentos sigo encontrando el motivo que la llevó a escribirme, por qué yo, un hombre que en ese entonces vivía en una tormenta y sólo quería paz. Fue una etapa muy difícil, e intentar superarlo resultaba infructuoso. Y es que me resultaba difícil olvidar el dolor de recordar. Recordar dolía, e intentar olvidar dolía más. Pero ahí estaba, paciente, comprensiva y afectuosa.
Fue cuestión de tiempo hasta que las cosas empezaron a mejorar. Entendí que la vida me estaba mirando distinto. Fue en ese momento, cuando la vi por primera vez, cuando entendí que ya no quería buscar nunca más. Los meses posteriores hicieron el resto.
¿Ustedes querrían saber si es que pronto ocurrirían catástrofes? Yo no. Nadie quiere que pasen, el mundo sería distinto sin ellas, pero no podemos evitarlas, lo único que está a nuestro alcance es la mano de la persona a tu lado. También es cierto que es precisamente en los momentos de crisis donde se sabe quiénes son los ‘de verdad’. Y ella fue más que eso. Tanto que por primera vez evité evitar, para estar.
Los años siguientes han sido de dulce y agraz. A veces sí, a veces no. A veces ella, a veces yo. Pero quién es uno para juzgar al mundo… la vida es caprichosa, y hay que aprender a sacar lo mejor de cada momento. Solo que, al parecer, tengo facilidad para crear de aquellos momentos.
Soy una persona que, como todas, tiene muchos defectos. Tengo mis errores, y también los cometo. Errores chiquitos y errores graves. Pequeños deslices y grandes atrocidades. Y al día de hoy, creo que tengo muchas más cosas de las que arrepentirme, que cosas de las que enorgullecerme.
Pero ella siempre está ahí. ¿Cómo es una persona capaz de aguantar tanto? ¿Por qué después de todo, siempre puedo contar con una palabra tierna? ¿Cómo logra calmar mis tormentas?
Me resulta difícil creer que haya una persona que permanezca donde otros se han alejado, cuesta creer que alguien haya querido hacerlo, me cuesta creer que tengo una persona tan maravillosa a mi lado. Y por sobre todas las cosas, me cuesta creer que alguien así me haya elegido, pese a todos mis errores, y sabiendo que perfectamente podría tener a alguien mejor. Y es que siento que no lo merezco. Yo no soy nadie especial, en cambio ella vale oro. Ella es lo mejor que me ha pasado, y voy a seguir dando todo de mí por verla sonreír, por verla despertar a mi lado, por un abrazo y uno de sus besos. Y, sobre todo, voy a seguir dándolo todo para verla crecer, para verla surgir. Porque su amor es el mejor regalo que alguien puede recibir, y no hay día en que no me sienta el hombre más afortunado del mundo por tener a alguien que representa hasta en el más mínimo detalle la palabra ‘perfección’
Este es un pequeño homenaje para una mujer a la cual resulta difícil creer que pueda querer tanto a un perfecto idiota como su servidor, quien la quiere con todo su ser.