Sociología al peo, parte 1: Amiibos y el odio gratuito

Finalmente el experimento pareció haberse salido de control. Eso sí que no me lo esperaba, pero bueno. Luego de una pequeña averiguación lo que hago es más sociología que otra cosa, por eso el cambio de título.

Anoche realicé un experimento social con un grupo de gente que resultó extremadamente fácil de ‘provocar’: Hice una publicación igual en dos grupos distintos de compraventa temática de Facebook, haciendo alusión a una venta de un Amiibo al triple de su precio de lista, con un desfase aproximado de treinta minutos, y los resultados, a una hora y media de haber hecha la primera publicación no se hizo esperar: Insultos, una avalancha de memes, y lo que es motivo de estudio, la unificación instintiva de un grupo social determinado para lograr un determinado fin. Pero antes de eso, necesito explicar dos cosas antes de ir de lleno con el experimento y sus resultados.

 

Amiibo

Un Amiibo es una figura que forma parte de una serie de figuras coleccionables de Nintendo lanzadas a mediados de 2014, concebidas para su uso junto a las consolas de la generación actual de Nintendo en sobremesa y portátiles, esto es, Wii U y (New)/3DS, esto aunque el concepto originalmente refiera a la tecnología de la figura y no a la última en sí. Funcionalmente contienen una etiqueta NFC donde algunos juegos tienen la capacidad de leer y escribir sobre esta etiqueta (o en la figura, si es que quiere definirse así), mientras que otros títulos sólo pueden leer de estos datos. Originalmente fueron creados para poder ofrecer una ‘experiencia aumentada’ interactuando con las distintas consolas que pudiera tener el usuario, no obstante se convirtieron en un objeto de colección, y más que eso en un objeto de culto. Lo anterior es importante para explicar los fenómenos sociales en cuanto a estos coleccionables.

 

El concepto de elasticidad en la economía

Contrario a lo que pudiera pensarse, encuentro formidable que exista gente que, sin saberlo, entienda parte de los conceptos económicos actuales, tanto para los que toman provecho de estas situaciones, así como de parte de los detractores. El concepto de la elasticidad en la economía, como lo define Alfred Marshall, describe de forma física y tangible la varación de un determinado parámetro si se modifica otro. Esto es, averiguar qué tan receptiva es la economía ante la modificación de estas variables, y uno de estos planteamientos viene a explicar de una forma muy vaga el fenómeno a estudiar: «Si nos damos cuenta de que un bien se volverá escaso, ¿la gente luchará por conseguirlo?». Al parecer Nintendo sabe mucho de estrategias económicas, pese a que ellos aseguran lo contrario. Entonces, qué mejor manera de jugar con la elasticidad que publicar stocks diferentes para cada uno de los productos de la franquicia, así habrá productos con sobreoferta, y otros con sobredemanda. Si tuviera que explicarlo con un gráfico, sería algo como esto:

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Entonces, y basándonos en esta tabla de la gente de Reddit, por una cuestión natural, un Amiibo de Megaman o de Wii Fit Trainer tendría mucho más demanda que uno de Mario, por dar un ejemplo, lo que hace que a su vez el producto adquiera un mayor precio de venta dada la rareza del producto, y también dado el escenario de que existe gente dispuesta a pagar más del precio original por tener dicho artículo. Casos notables en la colección de videojuegos tenemos el cartucho de Nintendo World Championship para la NES, EarthBound para la SNES y Xenoblade Chronicles para la Wii, que se venden por mucho más del precio de lista.

 

Entonces, ¿por qué la gente se molesta tanto con este fenónemo aplicado a los Amiibo?

Hay una razón que ha estado en nuestras narices desde hace mucho, pero no se han dado el trabajo de explicar: y es que simplemente la producción en masa de estas figuras —que muy prematuramente se ganaron el título de ‘coleccionables’— continúa en marcha. Entonces, mientras por un lado está la gente que compra estas figuras para hacer negocio (que en esencia no tiene nada de malo), están los retails vendiendo una nueva oleada de figuras al precio de retail. En consecuencia, esta disparidad entre revendedores y retail provoca confusión entre los potenciales compradores, lo que desmboca en constantes peleas en los grupos de compraventa de Facebook.

Había un video en YouTube del gran John Miranda que explicaba cómo el odio corrompía lo que se había pensado como un ambiente de sana convivencia en Internet, pero para este caso no aplicaría mucho este concepto, sino uno algo más primitivo, donde Gustave Le Bon nos describía el comportamiento social de las masas, muchedumbres, colectivos socioculturales o definitivamente chusmas. Básicamente y ciñéndonos al propósito de este artículo, según palabras de Le Bon, el simple hecho de que un individuo comience a formar parte de un colectivo, automáticamente adquiere un sentimiento de poderío pseudo-invencible, logrando que este colectivo se vuelva más instintivo (o primitivo), volviéndose menos sujeta al control de conciencia o al temor al castigo, volviendo al sujeto altamente sugestionable y susceptible al contagio emocional, que básicamente nos indica que dado un cierto comportamiento emitido por un individuo del colectivo, será considerado válido por otro integrante del colectivo, volviendo la masa a una perspectiva altamente moldeable. Entonces tenemos como resultado que gran parte de las masas no tienen ni identidad ni criterio propio, salvo excepciones. De este modo es que tienen mucho éxito métodos comunicativos como la televisión o el más reciente mass media.

A pesar de que el concepto de las masas es relativamente antiguo, hasta el día de hoy sigue siendo una norma que define de cierto modo el comportamiento de las masas. Aquí tenemos a los coleccionistas, pero se puede extrapolar a otras masas sociales relativamente grandes, como lo son los flaites. Esto explicaría también por qué es mucho más probable que un flaite actúe según su definición en la sociedad en grupos que en solitario. Pero eso ya es harina de otro costal.

 

El experimento social

Lo que hice básicamente fue, con mi cuenta personal de Facebook, ofrecer a la venta una de estas figuras coleccionables, que según lo anteriormente expuesto ofrecer una figura no común a un precio obviamente inflado (CLP 30.000, poco menos de USD 50 al cambio actual), con una imagen sacada de internet, para poder darle a los sujetos del experimento una forma de poder detectar que la publicación era falsa. Y ofrecí una ventana de una hora para recibir la retroalimentación que fuese necesaria. Aquí fue donde salieron a relucir muchas de las características que Le Bon explicaba, aplicada al nicho de gente que estaba estudiando. En primer lugar esperaba insultos, los cuales no demoraron en aparecer. Segundo, esperaba que un colectivo desvirtuara la conversación, lo que también sucedió. Finalmente esperaba que un individuo que no tiene relación con otro más que el común denominador que el o los grupos, congeniaran para idear algo en mi contra. Claro está, yo era una persona despreciable para ellos en ese momento porque me había atrevido a desafiar los principios económicos anteriormente expuestos. Y así fue. El experimento resultó un éxito, recibiendo en el momento, aproximadamente un ciento de comentarios alusivos a la venta, donde aparecieron unos pocos realmente interesados en el artículo, y otros que dedicaron parte de su tiempo a insultarme personalmente a través de mensajes. Finalmente resultó todo en una batahola de imágenes alusivas a la situación que no venían a hacer otra cosa que confirmar lo que fue mi hipótesis: el contagio emocional y la falta de criterio propio en la mayoría de los casos. Porque es mucho más fácil tomar actitudes que son desafiantes (llámese insultar o parodiar) cuando se actúa en el marco de un colectivo, porque se tiene una masa de individuos que está actuando conforme a los lineamientos de la masa, y a su vez, validando este tipo de actitudes.

Aquí está el resultado. Advierto, la imagen es gigante así que si tiene plan controlado de internet, recomiendo abrirla bajo su propio riesgo.

Enlace a la imagen

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Finalmente terminaron vetándome del grupo donde hice el experimento, lo cual también era un esperable del mismo.

Conclusiones

El objetivo de lo anteriormente investigado no es más que una demostración de que las masas, por muy distintas que sean sus temáticas, actúan en cuanto a lo que su colectivo les indica, o simplemente funcionan bajo un modelo jerárquico, donde un líder darwiniano aplica influencia sobre los miembros inferiores del colectivo, haciendo que se produzca una gran corriente que rema hacia una misma dirección, otorgándose así y sólo por periodos breves de tiempo, un poderío que es en teoría invencible.